miércoles, 12 de marzo de 2014

Prohibir los cafés de gatos.

"Detesto que me despierten..." Para los que no conozcáis de qué se trata, estos lugares son una cafetería donde se puede tomar algo, pero en compañía de unos gatos que viven en el local. Como casi todo en nuestra sociedad, la globalización también se ha hecho notar en esta estúpida idea, de los cafés de gato. Ya no es solo Japón, por desgracia se ha convertido en una moda, ahora también los hay en Europa. Encubiertos de buenas intenciones, los sesudos empresarios que regentan estos locales, se aprovechan de la capacidad de convocatoria de nuestros adorables félinos para hacer negocio. La verdad , no me importaría nada que los prohibieran. ¿Acaso no son otra forma de abusar de los animales como hacen en un circo? Es verdad que en estos cafés los gatos no viven en jaulas, pero si están "presos" en unos locales, donde ni tienen sol, ni una verdadera vida de gato, y lo más importante, donde no podrán crear vínculos afectivos con ningún humano, privándoles así de sentirse seguros en un medio no natural, hóstil, como son nuestros edificios. Me encantaría que las leyes prohibiesen este tipo de idiotez, muy típica de esta cultura del bienestar, donde para entretener al personal, ya no saben qué inventarse. Desde luego jamás iría a unos de estos café con gatos. Si amo a los gatos, me comprometo, si puedo, a cuidar a un solo gato o los que pueda, pero jamás a ser tan frívola de ir a un café a pasar un rato con un pobre animal, al que tienen allí de objeto de entretenimiento y más aburrido que un mono. En el que hay en Madrid te dicen que una protectora está detrás y que estos gatitos lindos luego van a ser adoptados. Genial, pero claro , no engañan a nadie, esos gatos, han sido escogidos cuidadosamente para dar juego, y llenar su negocio. Como el que revisa currículums, se revisa a los gatos: estos están más monos, este es de raza, y de toda la protectora , claro escoger los más vistosos y pacíficos.......................................... Acudía a un restaurante, en la puerta del mismo siempre había un gatito monísimo, al que los comensales le poníamos comidita, y el gato cada vez más gordo y ufano. Era tan manso, que muchos éramos los que nos parábamos a hacerle carantoñas o fotos con el móvil. Solo que desde que una familia lo adoptó, todo es distinto, hemos perdido la gana de acudir a ese sitio. Sin Coco, no es lo mismo. Evidentemente estos avispados empresarios conocen bien la capacidad de atracción del gato, y la aprovechan en su propio beneficio. Si todavía me dijeran que escogen felinos de la perrera, salvándoles de la muerte , podría estar de acuerdo, pero la triste realidad no es esa. Evidentemente los gatos de la perrera, unos tullidos, otros tuertos, los más llenos de piojos no les interesa para sus cool o trendy locales. Os aseguro que las fotos que he visto del café madrileno, los gatos son en su mayoría de raza, monísimos y limpísimos. Por supuesto, revisados con lupa, de entre lo mejorcito de la protectora(¿seguro que son de protectora?, porque parecen gatos de pedigrí). Escogiendo, se supone, a los más cariñosos y paraditos, para que no exista riesgo de fugas o mordiscos. ¿Imagináis la escena de un gato mordiendo a un fastidioso visitante porque le haya despertado? Los gatos odian que los despierten cuando duermen, menuda se armaría si ocurriese algo así. Pero ojalá ocurra. Casi me arrepiento de escribir esto, de alguna manera es como publicitarlo, por eso ni siquiera pongo la calle de Madrid donde se halla el dichoso bobocafé o la gatoteca, como se llama. Por supuesto, la gente entrevistada en el café japonés decía: solo me quieren porque les doy comida. Y esa es otra, espero que alimenten a los gatos, y no los tengan solo comiendo de lo que compran los clientes para ellos, para que el gato se arrime así a la gente por obligación. No me extrañaría viniendo de los japoneses, por algo los llaman la raza cruel. Os recomiendo, a los verdaderos amantes de los gatos, que jamás piséis un lugar donde se haga negocio con un animal, porque es eso: negocio con animales, como en los circos, pero en lugar de cacahuetes, acompañado de capuchino. La foto no tiene nada que ver con el post, me niego a dar publi a esos locales, así que no he sacado ninguna foto de estos, sino una foto idílica de lo que debe ser la vida de un gato doméstico.
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